Es urgente notificarle lo que ha sucedido señor, se han llevado a la pequeña. Nadie sabe, seguro fue él. Pues si, eso dijo la viejita Yolanda, que la niña de repente estaba poniéndose más triste, que los ojos entre enrojecidos y moretiados. Pues nadie sabe nada. Pero usted, su papá debe saberlo. Ya se que no se quisieron, ya se que discutían pero imagínese tan escalofriante noticia. Le cuento que de resto, el jardín sigue verde y con las rosas que su esposa pedía. Pero la niña no está, no sé, eso me pone un poco pensativa. Reciba esta carta amablemente. No la rompa ni la ignore. Ya se que la pobre era bien jodida, pero ahora que no está, que seguro se la llevó él. Pues usted perdónela. Le pido que utilice sus escoltas para buscarla, hágalo por mi, para que me acompañe, me siento sola en esta casa tan grande. Señor, y sus asuntos en los Estados Unidos, ¿cómo van? Estaba leyendo qué día en el periódico que las acciones están bien, espero que fueran sus acciones, eso si. Y la pequeña, la última vez decía que quería un perrito blanco para que corriera por el jardín. Pero claro, yo me hacía la loca. Otros días que mejor un gato, porque todos sus amigos tenían un gato y ella se sentía rara pidiendo un perro y que ojala fuera una perra, porque las hembras son cosa sería y cosa noble a la vez. Decía que le emocionaban mucho, así no tuvieran que ver con la vida sombría y misteriosa de la poesía. Más linda, aunque más extraña. Yo si la vi con la mirada perdida, pero como eso es de familia. Perdone usted mi atrevimiento pero es que todas las mujeres de su familia tienen esos ojitos así como apagados. Tan raro. Repletas de energía y muertas y vivas, y quietas y excéntricas. Y pues señor, de verás haga algo por la pequeña. Se fue, definitivamente la raptaron. Se la están devorando, lo presiento. Digo, no la muerte, no lo sé. Esa ya la estaba llevando desde pequeñita, no sé. Se me hace que si le están quitando algo. Ahora que lo pienso quizás y hasta alguna bruja. Allá es mejor ese servicio FBI de lo que podría ser aquí en Morelos. Señor, otra cosa, un tal Marcos vino a buscarlo y pues se me hizo bien raro, era todo flacuchento y feo, eso no importa. Perdone mi impertinencia y mis juicios estéticos. Le repito, l a p e q u e ñ a , su niña, s e f u e y ahora a l g u i e n l a t i e n e.
Cordialmente,
la empleada.